

Desde la estatua de colón y siguiendo al norte, con el mar Mediterráneo de la mano a nuestra derecha entramos en otro mundo. Paseamos por el puerto, donde vemos infinidad de restaurantes en la misma forma redonda del puerto, frente al mar y los barcos.
Restaurantes con tapas y raciones, a mediodía los días soleados está lleno, es difícil conseguir mesa, hay que tener paciencia y recorrerlos todos. Vemos las raciones de gambas a la plancha y al lado nuestro típico cubilete con su botella de Cava, que casi siempre está pidiendo a gritos que la cambien por otra llena con la señal muy catalana de la botella hacia abajo.
Seguimos para entrar en el barrio, y entramos en el siglo XVIII, sus calles estrechas y angostas, nos trasladan por el tiempo, casi percibimos los sonidos e imaginamos a los pescadores descargando su mercancía en la playa.
Balcones con ropa tendida, y ruidos del interior de las casas, porque no hay forma de aparcar en el barrio, aparte del tamaño de las calles, no está permitido aparcar dentro del barrio.


Lo que es ahora la playa más concurrida y con más ambiente de Barcelona, fue desde hace más de 200 años el lugar donde las gentes de este pequeño pueblo, salían a pescar y descargaban, posteriormente su preciada mercancía. La playa es la mejor, todo tipo de actividades y juegos, boley, barcas, triciclos y miles de sombrillas, pintan esta preciosa playa de la Barceloneta de colores.
Después de este buen paseo, o quizás de pasar horas en la playa te recomendamos comer o cenar en los chiringuitos que abundan en la Barceloneta. Tienes de todo, puedes probar la Bomba, aperitivo típico de Barcelona y de este barrio. Los pescaítos fritos, los embutidos y los arroces. Es un sitio para cenar y tomar una copa por la noche. Bon Apetit.
Fuente Imágenes ThinkStock.
super sta muy buena la pagina… q bien q agan esto con nuestro pais mostrarcelo al mundo es bueno sta super